miércoles, 12 de septiembre de 2007

El mundo post 11-S: Menos seguro y bajo amenaza


La posibilidad de nuevos ataques es una realidad latente y algunos incluso hablan de una "Cuarta Guerra Mundial". Es una forma distinta de entender el orden mundial, mientras no hay señales de que la guerra contra el terrorismo muestre avances concretos.
Por Pablo Soto González
La mañana del 11 de septiembre de 2001, el caos se impuso en Nueva York y Washington, las alarmas se dispararon por todos lados, las explosiones sacudieron el corazón mismo del imperio y los gritos de desesperación de los estadounidenses clamaban porque todo terminara pronto.
Y aunque los ataques de ese día tuvieron un final pocas horas después, en realidad sólo se trataba de un comienzo, uno que cinco años después cambió al planeta y la forma de enfrentar los conflictos y amenazas que hacen pensar que hoy el mundo es menos seguro.
Afganistán fue bombardeado desde el 7 de octubre de 2001 para derrocar a los talibanes y su modelo integrista del poder, y para castigar a un régimen que había sido refugio y aliado estrecho de Osama bin Laden y su red Al Qaeda.
Aunque Estados Unidos demoró poco en arrasar con los talibanes a un costo de miles de afganos muertos, hoy todavía son una amenaza al menos para el gobierno de Hamid Karzai, al que cada cierto tiempo se encargan de recordar, por medio de ataques fugaces o atentados, que todavía sobreviven en sus refugios y cuevas de las montañas.
Menos rápida ha sido la acción en Irak, invadido en marzo de 2003 y donde, a pesar de que el Presidente de Estado Unidos George W. Bush anunció el fin de las operaciones de envergadura –1 de mayo de ese mismo año- las acciones de resistencia siguen desangrando a los iraquíes y, en especial, a los estadounidenses que ven con impotencia como día a día se suman nuevas bajas.
"Después del 11 de septiembre los gastos militares de Estados Unidos se incrementaron de 300 a 500 billones de dólares y el sistema político de este país se convirtió en uno mucho menos inhibido acerca del uso de la fuerza", dice desde Washington John Pike, director de Globalsecurity.org, un centro de estudios de temas de defensa y seguridad.
Irak fue invadido con el argumento de que era una gran amenaza para Estados unidos y sus aliados en la región debido a que tenía armas de destrucción masiva que podían ser desplegadas y utilizadas en cualquier momento.
Pero cinco años después, ya nadie se acuerda de que esas armas nunca fueron encontradas, y que incluso comisiones investigadoras impulsadas por el propio gobierno de Geroge W. Bush fallaron en descubrir la existencia de esos temibles arsenales secretos, cuya existencia no pasó de ser una información de inteligencia errónea que llevó al derrocamiento de Saddam Hussein y a la pérdida de miles de vidas, entre iraquíes y estadounidenses.
Los conflictos en Afganistán e Irak no hicieron sino exacerbar las odiosidades de fundamentalistas islámicos hacia Estados Unidos y sus aliados. Estos últimos sufrieron en sus territorios los golpes del terrorismo de Al Qaeda y sus células, que a esa altura ya se había convertido en una transnacional capaz de golpear en cualquier lugar desafiando a la guerra contra el terrorismo que impulsa Washington.
Bali (Indonesia, 12 de octubre de 2002, 187 muertos), Madrid (11 de marzo de 2004, 191 muertos), y Londres (7 de julio de 2005, 50 muertos y 700 heridos), se encargaron de recordar, junto a una larga lista de ataques, que la guerra contra el terrorismo está lejos de terminar.
Así, la sensación de amenaza creció con fuerza y muchas personas, entre ellos connotados expertos, no creen que hoy el mundo sea un lugar más seguro. Esa es la principal conclusión de un estudio realizado por la conocida revista "Foreign Policy" y el Centro del Progreso Americano, que en conjunto encuestaron a 100 de los expertos más destacados en política exterior de Estados Unidos.
Del total consultado, el 84% estima que Estados Unidos no está ganando la guerra contra el terrorismo, el 86% piensa que la realidad actual implica un mayor peligro para la seguridad del país, y un 91% considera que es probable que ocurra un ataque similar a los de Madrid y Londres, pero en suelo estadounidense.
"El mundo es hoy menos seguro. Lo que hizo el 11 de septiembre fue eliminar la distinción entre el tiempo de guerra y el tiempo de paz. Las cosas nunca volverán a ser las mismas y ahora siempre tendremos que tener sospechas acerca de quién puede atacarnos", explica a Emol Michael Waller, experto en Comunicación Internacional del Instituto de Política Mundial de Washington.
Si bien es cierto Estados Unidos se ha anotado éxitos importantes como la captura de Saddam Hussein con vida y el asesinato del líder de la resistencia en Irak, Abu Mussab Al Zarkawi, muchos críticos de la administración Bush creen que es poco si se considera con el nivel de amenaza permanente con que viven los estadounidenses y sus aliados.
Waller agrega que "por un lado tratamos de pelear una guerra, y por otro tratamos de vivir como si no hubiera guerra. Y esa es una situación muy difícil porque no vamos a acostumbrarnos, y tampoco el resto del mundo".
Con atentados multiplicándose por todos lados, incluso algunos llegaron a hablar de una "Cuarta Guerra Mundial", como lo hizo en el tercer aniversario de los ataques del 11-S el cardenal católico Renato Martino, quien sostuvo que el mundo entró a una "cuarta guerra mundial" -la tercera fue la Guerra Fría, dijo- debido al terrorismo.
"Implica absolutamente a todo el mundo, porque desconocemos qué puede ocurrir cuando abandonamos un hotel, subimos al autobús, cuando vamos a una cafetería. La guerra se sienta junto a todos y cada uno de nosotros", expresó en ese entonces monseñor Martino, director del Consejo del Vaticano para la Justicia y la Paz.
Guerra preventiva
En el diseño de la política exterior estadounidense y bajo la argumentación de que el país está en permanente amenaza, el concepto de "guerra preventiva" se ha transformado en uno de los sellos de la administración Bush. Irak es el mejor ejemplo de hasta donde está dispuesto a llegar Washington en caso de sentir, con razón o no, que está frente a un peligro real para sus intereses.
Sin duda que el mayor peligro sigue estando en el Medio Oriente, donde Irán ha sentido con fuerza el peso de las amenazas de Washington en caso de que no detenga su avanzado programa nuclear.
Hasta ahora ha operado la diplomacia y tanto Naciones Unidas como la Unión Europea presionan al régimen de Teherán para que frene sus aspiraciones atómicas, sin resultados positivos.
Algunos, como John Pike de Globalsecurity.org, creen que el problema se resolverá mediante la vía de la guerra preventiva: "El principal desafío en este punto son las ambiciones nucleares de Irán. Y yo pienso que es posible que Estados Unidos lanzará ataques aéreos contra instalaciones de ese país posiblemente en 2007".
Un conflicto de este tipo haría del Medio Oriente un polvorín peor que el que es hoy, con ramificaciones impensadas de grupos fundamentalistas como Hezbollá que creen, sin duda, en el "choque de civilizaciones" que adelantó Samuel Huntington, una confrontación de la que pocos quieren hablar en Washington, pero que cada día adquiere más cercanía con la realidad, alejando con fuerza la idea de que el mundo es hoy un lugar más seguro.

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