La enfermedad depresiva en el embarazo y/o después de él tiene consecuencias a corto y largo plazo para la madre, el hijo y la familia.
Dra. Graciela Rojas, profesora de Psiquiatría Facultad de Medicina U. de Chile.
Los trastornos depresivos son altamente prevalentes y afectan especialmente a las mujeres, sobre todo de estratos socioeconómicos más bajos.
Se ha demostrado un alto riesgo de depresión entre mujeres jóvenes en la etapa del ciclo vital que corresponde a la crianza de los hijos. Durante el embarazo y el puerperio, es frecuente que la mujer padezca de esta patología.
Entre el 30% y el 40% de las embarazadas presentan síntomas ansiosos y /o depresivos y aproximadamente un 10% a 30% de las mujeres puérperas presentan un episodio depresivo.
La depresión en el embarazo y /o en el periodo posparto constituye una complicación importante del proceso obstétrico y de la creación del vínculo entre el recién nacido y su madre.
Entre los síntomas propios de la depresión en estos periodos destaca llanto fácil, irritabilidad, sentimientos de culpa, síntomas obsesivos-compulsivos, pérdida de la libido y, en los casos graves, presencia de ideación suicida. La madre tiene conductas de rechazo hacia el recién nacido o bien reticencia a asumir su cuidado.
Los factores psicosociales juegan un rol preponderante en el desencadenamiento de la depresión.
Particular importancia tendrían en las puérperas chilenas el embarazo no deseado, ser soltera o tener malas relaciones con el cónyuge o con el padre de la guagua y problemas propios del posparto, como dificultades en la lactancia o problemas de salud del recién nacido.
La depresión en el embarazo o en el período posparto no presenta diferencias nosológicas con una depresión que se presente en otras etapas de la vida de las mujeres y se ha establecido que un factor de riesgo importante para presentar un episodio depresivo en el embarazo o en el puerperio es precisamente haber tenido un episodio depresivo previamente. Cerca del 50% de los casos de depresión en el posparto son continuaciones de episodios depresivos que ocurren durante el embarazo o antes y estas mujeres tienen un mayor riesgo de episodios futuros de depresión, con o sin relación a un parto.
La enfermedad depresiva en el embarazo y /o en el posparto tiene consecuencias a corto y largo plazo para la madre, el hijo y la familia. Tanto las relaciones maritales como familiares y sociales pueden verse afectadas, resultando en estrés marital, separación conyugal, alteración del vínculo madre-hijo-a, abuso, negligencia infantil y alteraciones cognitivas y conductuales en los niños.
El tratamiento de la depresión en el embarazo y en el posparto es posible aunque el uso de fármacos en este período está restringido y las mujeres son reticentes a usarlos.
Una buena posibilidad es el tratamiento psicoterapéutico y sólo el uso de fármacos autorizados para los casos más graves.
Lo importante, sin embargo, es la detección de la enfermedad depresiva y, en ese sentido, la familia y los profesionales que controlan a las mujeres durante el embarazo y en el puerperio pueden jugar un papel muy importante, al igual que los profesionales que controlan a los recién nacidos.
Los programas materno infantiles tienen una gran cobertura en nuestro país y debieran incorporar componentes de salud mental para lograr un tratamiento precoz de la enfermedad depresiva.
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