Reportajes El Mercurio, Domingo 6 de enero de 2008
El dos veces ministro, miembro del Concejo DC y ex alcalde de Santiago observa las crisis de Gobierno y de la DC, ambas de consecuencias imprevisibles. Con franqueza y sin temores, desnuda las flaquezas de su tienda y acusa a La Moneda de "torpeza política". Ni la Presidenta Bachelet ni Soledad Alvear ni Adolfo Zaldívar se escapan de su crudo diagnóstico.
Raquel Correa
De short y polera blancos, listo para jugar tenis, hace un alto en su descanso en Pucón para entrar en la actualidad política. Luego, para relajarse, hará esquí acuático -con traje de baño y salvavidas- con la lancha "Cuca" conducida por su mujer, Ximena Lyon.
Es como si el lago y el volcán Villarrica se metieran, prodigiosamente, por la terraza y las ventanas del sexto piso de su departamento. Pese al paraje tan idílico, el dos veces ministro de Lagos (Vivienda y Defensa) y ex alcalde de Santiago no logra despreocuparse por su partido, la DC, en el que milita desde que tenía pantalones cortos, cuando estaban los grandes: Frei Montalva, Leighton, Tomic y tantos otros que el tiempo se llevó.
Fue uno de los que más se esforzaron por evitar el conflicto político producido con la expulsión de Adolfo Zaldívar. Ahora piensa que era una tarea imposible. Con esa franqueza propia de un hombre libre como él -empresario que no depende de favores políticos- dice:
-La verdad es que Adolfo quería ser expulsado.
"A esta crisis de la DC ayuda la torpeza política del Gobierno"
-¿Por qué fracasaron en sus intentos?
-No me atrevo a decir que fracasamos. Intentábamos que, producida la expulsión -que personalmente creo que fue buscada por él-, se discutieran acuerdos para el futuro. Si yo pensara y sintiera como Adolfo, habría renunciado al partido. Lo peor es irse, como lo hizo él, emporcando su nido. Yo era presidente de la FECH cuando el Mapu se apartó del partido, y dirigente nacional cuando lo hizo la Izquierda Cristiana. En ambos casos había razones ideológicas y políticas y se fueron con más dignidad.
-Adolfo era su amigo...
-Sí. Y le tengo afecto. Pero me distancié de él en la campaña presidencial, cuando su discurso tomó un cariz populista, con descalificaciones personales a los otros candidatos. En política, más allá de la amistad y el cariño, uno está por proyectos comunes.
-Usted también ha tenido discrepancias con la DC. ¿Nunca ha pensado irse?
-Nooo. Aunque a veces me he sentido incómodo. Un partido político no es un regimiento, puede haber opiniones diferentes. Lo inaceptable es que cuando se toman acuerdos, no se respeten. Existe plena libertad de opinión en la DC y, en mi vida partidaria, he sido muy crítico. Pero una cosa es opinar y otra actuar.
-¿Se podía evitar todo esto?
-Francamente, insisto: pienso que Adolfo Zaldívar buscó que lo expulsaran. En todo esto se produjo una situación... una especie de esquizofrenia. Antes del V Congreso del partido, en el que participaron directamente 2.500 militantes a lo largo del país y varios miles en su preparación, esperaba un choque de trenes en materias ideológicas, pero hubo unanimidad. Textos comunes, acuerdos en todo, excepto en un tema: un grupo presentó un proyecto para aprobar el aborto terapéutico, que fue rechazado. Adolfo asistió al Congreso. Se aprobó la mantención del modelo económico-social y él votó a favor.
-¿Entonces? ¿Cómo se explica?
-Hay acuerdos en lo político pero, en casos como éste, priman los liderazgos personales que tanto mal le han hecho al partido. Hubo gestiones y no fue posible por la intransigencia de ambas partes.
-Si usted hubiera sido presidente de la DC, ¿habría expulsado a Adolfo?
-Sí.
-¿Por votar contra el proyecto del Gobierno para el Transantiago o por lo que dijo?
-Yo habría dado los pasos previos para evitar que la sangre llegara al río. Si así y todo hubiera perseverado, habría solicitado su expulsión al tribunal. Aquí, claramente, se falló en lo preventivo.
Y añade:
-A esta crisis de la DC ayuda la torpeza política del Gobierno. La crisis se gatilla por incorporar el financiamiento del Transantiago en la Ley de Presupuestos. Se lo dijeron al Gobierno Frei y Ominami. No se aceptó y ahora se anuncia que en abril habrá una nueva ley, prácticamente la misma que pedía Zaldívar. O sea, el incidente se gatilló por una intransigencia innecesaria del Gobierno.
"Espero que el retiro de Belisario signifique un nuevo gabinete"
-¿Cómo evalúa el comportamiento de la mesa DC?
-En la DC, hay dos grupos que no se tragan, todo por líos personales. La Soledad se ha manejado pésimo.
-Usted dijo en estas páginas "El día que la DC empiece como el PPD, a expulsar militantes por lo que piensan o dicen, no valdrá la pena como partido político".
-Sigo pensando igual. Las conductas son las sancionables, no el pensamiento. Como le decía, Zaldívar está bien expulsado. Ahora hay que hacer una Junta Nacional que defina las reglas del comportamiento y permita la disidencia, pero nos dé unidad en la acción en los temas importantes.
-¿Qué posibilidad presidencial le ve a un o una DC?
-Tenemos tan cuestionados nuestros liderazgos en el país que, antes de pensar en liderazgos presidenciales, tenemos que recomponer el partido. Con un partido hecho trizas, no hay candidato o candidata posible.
-¿Soledad Alvear ganó o perdió con la expulsión de Zaldívar?
-Yo creo que lo ha pasado pésimo y que su imagen ha resultado afectada. Pero a veces hay que tomar medidas, sean o no populares.
-¿Y cómo ve el liderazgo de Michelle Bachelet?
-Ella es inteligente, muy simpática y de una gran sencillez. La mayor debilidad del Gobierno de Bachelet es la incapacidad de armar buenos equipos y resolver oportunamente. En sus dos años de mandato ha demostrado su incapacidad de delegar, lo que dificulta la toma de decisiones. Además, ha cometido un gran error: no defender la obra del Presidente Lagos como Lagos lo hizo con Frei y Aylwin. En vez de continuidad, ella intentó iniciar un proceso fundacional y 4 años es un período muy corto para eso.
-¿Qué le pareció la renuncia de Belisario Velasco?
-Lo encuentro una pena. Es un gran dirigente político pero espero que su retiro signifique un nuevo gabinete. Un cambio de gabinete sería necesario en la medida en que se integren equipos con mayor experiencia y se les deleguen los poderes para tomar decisiones.
-¿Y el cambio de los intendentes?
-En mi opinión, debió haberse revisado la situación de subsecretarios e intendentes hace bastante tiempo. Mi esperanza es que los haya elejido por capacidad, no por cuoteo político.
"La que se está jugando su vida política es Soledad Alvear"
-¿Cómo ve a la DC ahora?
-Muchos sectores han tratado de apoderarse del centro: el PPD, la UDI. Y el verdadero riesgo de la DC hoy son sus confrontaciones internas que están logrando lo que la UDI y el PPD no pudieron hacer. En Chile se requiere una DC que equilibre y fortalezca la democracia, rol que jugó en los años 70 y en el Gobierno militar. Si no hubiera estado la DC en la Concertación, se habría vuelto a la Unidad Popular. Su presencia asegura gobernabilidad.
-Este terremoto que estamos viviendo -sigue- da un pésimo espectáculo. Hay que restablecer normas de convivencia interna y, para superar esta crisis, se requiere mucha sabiduría y generosidad de todos, muy especialmente de su presidenta, Soledad Alvear.
-¿No era posible con Zaldívar adentro?
-Creo que no. Pero, habiendo partido Zaldívar, en la DC subsisten los problemas. Es un gran desafío para todos nosotros, dirigentes y militantes. Pero la que se está jugando su vida política es Soledad Alvear. Ella ha sido cabeza, junto con Gutenberg Martínez, de uno de los dos sectores en pugna.
-¿Y quién manda ahí?
-Ella es la presidenta del partido. Han sido muy confrontacionales. El desafío es recuperar a la DC, abrir espacios, evitar que los diputados "colorines" se vayan de la DC, asegurarles a alcaldes y concejales que están con Adolfo, que se respetarán sus cupos y hacer un proceso de selección transparente y unitario.
-¿Cómo ve a Zaldívar en un comité independiente con un ex RN (Cantero), un ex DC (el mismo Zaldívar), un independiente (Bianchi) y un ex PPD (Flores)?
-No es una alianza política, sino instrumental. No significa ningún compromiso ideológico. Sin pertenecer a un comité no podrían ni hablar en el Senado. Pero esto le va a costar a la Concertación la presidencia del Senado, que le correspondería a Núñez. Lo más probable es que haya un pacto de ese comité independiente con la oposición. Es muy serio para el Gobierno arriesgarse a perder la presidencia del Senado y de la Cámara, también, si esos cinco diputados colorines se alían con la derecha.
-La tarea es intentar asegurar esos espacios para la Concertación. Para eso se requiere flexibilidad y generosidad. En caso contrario, el Gobierno de Michelle Bachelet queda en una situación muy difícil: perder la mayoría en el Senado y la Cámara pone en jaque su agenda legislativa, que sólo podría prosperar con acuerdos con la oposición.
Jaime Ravinet (en la foto) dice que la presidenta de la DC se juega en esto su vida política. Y con ella, su marido, Gutenberg Martínez.
Foto:EL Mercurio
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