Reconoce haber vivido en 2007 algunos de los meses más duros de su carrera, pero niega haberse asustado con el incidente que le hizo pasar la Navidad en la clínica. Ya de vuelta a sus tareas habituales, la senadora asegura que venció los momentos difíciles gracias a la energía que le entregó su primer nieto, Emilio. Y los momentos críticos no la hicieron desistir de sus aspiraciones políticas: "Respecto a los desafíos de la DC y la Concertación, tenemos este año las municipales y si las condiciones se dan, yo estaría disponible".
Por Daniela Mohor W.
Lo que la senadora Soledad Alvear más lamenta de su estadía de dos días en la Unidad Coronaria de la Clínica Alemana, entre el 24 y el 26 de diciembre pasado, es que se perdió una celebración. "Tengo una sensación muy rara de que no hubo Navidad, que para mí es una fiesta importante. Me dio una lata terrible echársela a perder a toda mi familia. Se quedaron conmigo hasta las dos de la mañana, y tuvieron que cenar esos sándwiches de máquina que hay ahí, un pancito de molde con tomate y palmito", dice medio entretenida, a pesar de todo.
Regresó hace pocos días del corto período de descanso que le prescribieron después de su hospitalización y está igual que siempre: activa, determinada y trabajólica. Mientras estuvo en el sur, junto a su familia, se alejó de la prensa, de los teléfonos y no leyó los diarios. "Me desconecté", dice. Y volvió con más energía.
Hay veces en que la senadora parece ser una máquina que nada puede detener. Ni los golpes más duros, ni los malestares físicos, ni las decepciones que le toca vivir. Mientras todo Chile se sorprendió pensando que podía tener alguna patología cardíaca (al final resultó ser sólo una esofagitis), ella asegura que en ningún minuto perdió la calma. "Yo sabía que esto no era nada. Si me ha dado otras veces, pasan cinco minutos y se me quita. Sabía que no era una situación que se iba a prolongar", afirma.
–¿Qué le pasó entonces exactamente el 24?
–Iba camino a Colina, porque nos reunimos con toda la familia en la casa de una sobrina y de repente sentí este dolor, que ya había tenido en otras ocasiones. Yo sabía que era este espasmo del esófago que tiene los mismos efectos de dolor que los paros cardíacos, y por eso la gente se asusta. Y yo me tomo una pastilla y se me pasa. Pero ese día no andaba con la pastilla, así que pasamos a dos farmacias y estaban cerradas. Terminamos en el SAPU de Colina, pensando en que me dieran un remedio no más, pero ellos decidieron hacerme un electrocardiograma, y de pura preocupación quisieron que me fuera a una clínica. Llamaron una ambulancia y me mandaron a la unidad coronaria.
–¿No se asustó en ningún momento?
–No me asusté en ningún minuto, estuve tranquila, y dije: 'Bueno, ya que estoy aquí', para descartar completamente cualquier otro efecto, me hice todos los exámenes, porque normalmente cuesta que la pesquen a uno para hacerse un chequeo.
–Pero estuvo con suero y oxígeno, igual.
–Sí, porque los médicos estimaron que había que ponerme todo tipo de resguardos. Incluso con un medicamento me provocaron una situación de máximo estrés al corazón. Y no había nada.
–Este año ha tenido varios malestares y no pudo viajar al Vaticano con la Presidenta, por ejemplo. ¿Se siente más frágil o sigue sintiéndose "como un mono porfiado al que le pegan y sigue parado", como dijo hace dos años?
–Sigo siendo así. Es algo que tenía mi papá y que aprendí. El ser alguien que surge en la vida por su propio esfuerzo, que tiene por eso una alegría de vivir y no se deja vencer por los obstáculos. Eso lo aprendí mucho: que si ponen una barrera hay que tratar de saltarla y, si no la puedo saltar, a lo mejor tengo que hacer un camino más largo hasta encontrar dónde puedo cruzar. Yo siento que en mi vida, mi forma de trabajo y de enfrentar las cosas es no dejarme abatir. Cuando creo que algo vale la pena, me la juego e intento hacerlo. Y si no me resulta, intento por otra vía, sin desmayar.
–Pero, ¿nunca se siente más vulnerable o sobrepasada?
–A veces me gustaría tener mucho más tiempo. Y creo que Dios manda las cosas en el momento más oportuno. Yo he sentido que la llegada de mi nieto ha sido algo maravilloso.
El abuelazo
Emilio se llama el primer nieto de Soledad Alvear. Tiene 11 meses y es hijo de su hija Claudia, quien después de pasar varios años estudiando en Estados Unidos, regresó a Chile a mediados del año pasado. Ella y su familia aterrizaron en la casa de la senadora, en Ñuñoa, donde ya llevan varios meses y estarán hasta trasladarse a su nueva casa. Eso le ha permitido a la parlamentaria poder disfrutar de su nieto de manera cotidiana. "Siempre escuché y vi abuelas chochas, pero a mí el abuelazo me llegó de una manera increíble. Me produjo no sólo una emoción, no sólo revivir la maternidad, sino que sentí que es un regalo de Dios que me volvió a poner frente al inicio de la vida en una etapa en que soy más madura, en que sé muchas más cosas, en que tengo mayor capacidad de valorar lo importante y lo no importante. Volver a sentir todo eso es una bendición que hace resurgir esperanza y da una fuerza enorme.
Soledad Alvear cuenta que siguió la maternidad de su hija desde un principio. La acompañó cuando nació Emilio en Estados Unidos y estuvo un mes con ella. Una vez que él llegó al mundo, se preocupó de dejarse tiempo para él. "En mi agenda pongo Emilioy saben en mi oficina que eso no me lo mueven. Lo vengo a ver, nos vamos a la plaza, jugamos, corremos, me meto a la piscina con él, lo saco a pasear en coche, si quiere dormir siesta me acuesto con él y le leo cuentos. Es muy increíble, porque a mí me gusta mucho leer, en esta casa en general todos leemos, y a él lo sentamos en el sillón de la sala de estar con una revista, y él la hojea. ¡Es impresionante cómo se entretiene!".
–¿Usted siente que eso le ha dado fuerza para enfrentar el año que pasó?
–Me ha dado mucha fuerza, sí. Si me preguntan lo bueno del año pasado, lejos lo mejor fue el nacimiento de Emilio. Fue indescriptible. Así como el sentimiento de ser mamá es indescriptible hasta que uno lo vive, tampoco se puede explicar qué es ser abuela a menos que uno no lo asuma, porque hay abuelas que no son tan abuelas, disfrutan de sus nietos, pero no quieren vivirlo tan intensamente como yo lo vivo.
Heridas internas
A pesar de la alegría que le trajo Emilio, la presidenta de la Democracia Cristiana (DC) también reconoce que el año que pasó tuvo sus altos y sus bajos, y que la crisis al interior de su partido la desgastó.
–¿Qué fue lo peor de 2007?
–Fue un período difícil, un año duro dentro de la DC. Un año muy duro. A mí, por características personales, me gusta enfrentar los desafíos con altura de miras. No me gusta ni descalificar, ni agredir, y en ese sentido fue un año en que recibí mucha agresión. Mucha agresión verbal, mucha descalificación, y como también aprendí de mis padres que uno no debiera hacer con los demás lo que no quiere que hagan con uno, yo no contesto públicamente ese tipo de críticas, sino que lo hago personalmente, en una nota o telefónicamente. Y si ya veo que no hay una relación en la que se pueda seguir una conversación, lo evito no más, pero no me gusta llevarlo a la prensa.
–Pero, ¿fue inesperado para usted?
–Yo no me imaginé que pudiera llegar a esto. Cuando uno está en política siempre sabe que es duro, pero esto lo he conversado con muchos senadores y personas de distintos partidos políticos y todos dicen lo mismo: es mucho más duro cuando viene de dentro de casa que cuando viene de quien es del partido político opositor. Yo con los partidos políticos de la oposición mantengo diálogo y relaciones fluidas. Creo que la amistad cívica es fundamental, el respetar al otro, el escuchar al otro y ver qué parte de verdad también puede tener para poder construir y avanzar. Entonces el estilo mío es un poco distinto a lo que es la política tradicional, que a veces es muy de choque, muy de fuerza, muy de golpear, muy de la frase aniquiladora y el otro le contesta. No me parece que ésa sea la forma en que a mí me acomoda hacer política. Creo que la gente valora –y la última encuesta política así lo señala– cuando somos capaces de ponernos de acuerdo. Por eso, recibir una crítica de un partido político opositor es posible, pero yo nunca he recibido de un partido político de oposición las cosas que me dijeron internamente. Eso sí que fue fuerte.
–¿Cómo lo vivió?
–Por supuesto que no me gusta. Duele, claro que duele.
–¿Y cómo lo manejó emocionalmente?
–Yo me acuerdo de "Lo que el viento se llevó", de Scarlett OHara cuando dice: "Mañana será otro día". La verdad es que lo hago mucho, "mañana será otro día". Y ¿cómo descargo esa tensión? Primero hago ejercicio físico. Me ayuda muchísimo. Cuando no hago me hace una falta enorme, necesito liberar tensión. Y diría que lo segundo es lo primero. Yo llego a la casa y veo a Emilio y el resto me da lo mismo. Tiene esa capacidad de limpiarme la cabeza. Veo este ser humano que se está formando, que uno recibe como un ángel, y no quiero transmitirle ninguna de esas cargas negativas. Él, con esa inocencia, con esa sonrisa, con cosas tan simples, me entrega algo que me llena y al final eso pesa mucho más que lo negativo. Lo meto en el coche y damos vueltas de dos horas, en que camino cantando con él. En la calle, la gente me dice "¡Por Dios, qué está contenta usted!". Yo me olvido y voy cantando. Él va feliz.
La fe es otro refugio para los momentos duros. "Creo mucho en la oración. Tanto en mi vida personal como también en mis responsabilidades de trabajo, siempre hago, en los momentos críticos, procesos de discernimiento; esos procesos que hacen los jesuitas. Son períodos que me producen a veces intranquilidad. Los hago cuando tengo que tomar alguna decisión, porque todas las decisiones tienen costos. Pero una vez que las tomo me siento despejada aunque sea difícil. Digo: "Ya la tomé, éste es el camino en el que yo creo y lo he tomado por tales y cuales razones que para mí son las correctas".
–¿Y cuándo fue la última vez que entró en un proceso de discernimiento de ese tipo?
–Cuando pedimos como directiva del partido pasar los antecedentes del senador Adolfo Zaldívar al Tribunal Supremo. Lo pensé y convoqué a la directiva para estos efectos y luego el consejo del partido lo ratificó. Fue difícil, duro, pero las decisiones tienen que ser tomadas muy maduras y ése fue un momento que fue importante. Cuando tomé la decisión y fue compartida, sentí "esto es lo correcto", sabía que no iba a ser fácil en ninguna de las etapas, pero me sentí tranquila.
–¿Usted se descontrola a veces?
–No. No me descontrolo. A veces me pongo mal genio, claro. Cuando uno está en un día difícil, que le han pasado cuatro problemas complicados, uno no está del mejor carácter y en ese minuto prefiero que no me pasen llamadas ni que entre nadie (se ríe). Pero la oración, que practico diariamente, me hace bajar las revoluciones y es un proceso de liberación muy fuerte.
–¿Tampoco se descontrola en la intimidad?
–Si estoy en una situación difícil, trato de que no se me note mucho. Trato de vivirlo sola, a lo más compartiéndolo con mi marido, pero no involucro a mis hijos.
–¿Nunca se descarga llorando sola?
–Yo lloro poco, pero cuando lloro, lloro mucho (se ríe), empiezo y me cuesta parar. Como que lo acumulo y ¡gua! Me pasa en momentos difíciles en que uno necesita hacerlo, en momentos de duelo, de dolor, que los he tenido en mi vida y es bien duro.
–¿Y la política la ha hecho llorar?
–No. Estaba tratando de recordar. No, no he llorado en ningún momento con la política misma.
–Usted fue precandidata presidencial, la Presidenta ha hablado de 'femicidio político' y la Concertación está en aprietos. ¿Se ha preguntado usted que hubiera pasado si hubiera llegado más allá?
–No me he preguntado qué habría hecho yo en caso de. Porque si hay algo que yo también practico es cerrar los ciclos. Yo fui ministra del Sernam, terminé y cerré el ciclo porque había otra ministra del Sernam. En el Ministerio de Justicia fue lo mismo, y así también en Relaciones Exteriores. Y cuando decliné mi candidatura yo cerré ese ciclo. Terminó y me metí en esta senaturía.
– ¿Y estaría dispuesta a reabrir el ciclo de una posible candidatura presidencial sabiendo que la última encuesta CEP la señala como la mejor opción de la Concertación para competir con Sebastián Piñera?
–Reconozco que me llamó mucho la atención estar en el primer lugar en la encuesta CEP nuevamente, habiendo pasado varios meses en una situación muy compleja y que a la gente le carga. Respecto a los desafíos que va a tener la DC y la Concertación, tenemos este año las municipales y, si las condiciones se dan, yo estaría disponible, pero siento que es muy temprano el día de hoy para poder decir "embarquémonos en esto". Es muy pronto.
Daniela Mohor W..
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