Miércoles 20 de febrero de 2008
Aunque existe la remota posibilidad de que no sea ratificado en el Parlamento, ya se habla de los desafíos que enfrentará, del sello de su gobierno y de si desafiará el "legado" de su hermano.
Jean Palou Egoaguirre
Micrófono en mano, el estudiante Eliécer Parada encaró al presidente del Parlamento cubano, Ricardo Alarcón: "¿Por qué el pueblo de Cuba no cuenta con la posibilidad viable de ir a hoteles o viajar a distintos lugares del mundo?", cuestionó. La respuesta del dirigente, claro, estuvo muy lejos de ser convincente; pero el episodio, más allá de demostrar las injusticias del régimen, dejó al descubierto el creciente descontento de una nueva generación de jóvenes que clama por cambios en la isla.
En este sentido, analistas coinciden en que el nuevo gobierno post-Fidel, encabezado casi con seguridad por su hermano Raúl Castro -aún no es definitivo, ya que debe ser ratificado en el Parlamento, donde eventual e inesperadamente podría surgir una sorpresa (ver relacionado)-, deberá comenzar un lento y cuidadoso proceso de reformas.
"Hay una generación que está pidiendo algo nuevo, que está sumamente desilusionada con el futuro que le prometieron y que no le han dado", dice Mauricio Font, del Cuba Project de la City University of New York. "Así, el único sello posible que podría darle Raúl al régimen es el de reforma", agrega el experto, dando cuenta que, sin el magnetismo y megalomanía de su hermano, es imposible que sustente el gobierno en su carisma.
"Veo un gobierno que se inspiraría en el abordaje chino o vietnamita para las reformas. Un régimen autoritario que no haría mucho al principio, sólo unas pequeñas concesiones, con énfasis en el área económica (...) y que se va a ir abriendo progresivamente", indica. "Raúl sería un Deng Xiaoping en Cuba, pero de manera mucho más gradual".
Moisés Naím, director de Foreign Policy, explica que hoy en el Partido Comunista hay un choque entre un "grupo chino" y uno "purista": "El grupo chino, liderado por Raúl, quiere una especie de apertura económica, pero no política, muy parecida a la de China, donde los militares juegan un rol económico muy importante en el manejo de las empresas públicas. Y el grupo purista, que dice que esta es la oportunidad, gracias al dinero de Chávez y a los subsidios de Venezuela, de implementar el sueño de Fidel verdaderamente".
En 19 meses gobernando Cuba, Raúl no ha emprendido mayores reformas hasta ahora, pese a que ha reconocido "excesivas prohibiciones". Se supone que esto se debe a que -con Fidel observando sus pasos- no podía repudiar públicamente el "legado" de su hermano. Sin embargo, señala el experto en Cuba de la universidad de Pittsburgh Carmelo Mesa-Lago, "hoy hay una expectativa enorme de cambio, y Raúl no puede sustraerse a ello".
"Raúl es un hombre mucho más pragmático que Fidel (...) ahora tiene mucha más libertad para hacer cambios, pero depende de qué tipo de cambios, cuán profundo van a ir", indica.
Para ir tanteando terreno, el nuevo gobierno podría hacer concesiones como permitir a los cubanos comprar y vender propiedades o automóviles, o abrir un pequeño espacio para la empresa privada. Luego, en el ámbito político, se cree que podría haber más excarcelaciones de presos políticos, y eventualmente se podrían expresar otras áreas disidentes del PC.
Ante esto, existe un "moderado optimismo" en la isla, asegura el cubano Hugo Landa, director del medio disidente CubaNet. "Ahora se abren puertas. Veamos qué pasa", dice. "Raúl Castro no es el heredero ideológico de Fidel. Ése es Chávez. Raúl ha sido toda su vida un segundón, y quizás pueda ver en eso su oportunidad de reivindicarse en la historia, de pasar como el que verdaderamente la historia absolvió. No como el otro".
"Raúl Castro no se siente un personaje llamado a pasar a la historia ni a regir los destinos del mundo, como el otro señor (Fidel)".
Hugo Landa
Director de CubaNet
"Estoy impresionadísimo con el papel de esta generación. Te exigen. Y (el régimen) va a tener que ampliar las libertades".
Mauricio Font
Analista del Cuba Project de la City University of New York
Siempre segundo, Raúl ahora daría un paso al frente
Para los cubanos hay una diferencia que resalta entre Fidel (81) y Raúl Castro (76): mientras el primero era conocido por sus discursos frecuentes y torrenciales, hasta ahora el segundo tiene escasas apariciones y pronuncia mensajes breves y concisos.
Desde que Fidel lo escogió como sucesor tras el triunfo rebelde en 1959, Raúl ha sido el segundo al mando en todos los frentes políticos e institucionales, desde el Consejo de Estado y el de Ministros, pasando por el secretariado del Partido Comunista así como en las Fuerzas Armadas Revolucionarias.
Es en el ámbito militar donde Raúl ha sido donde se ha sentido más cómodo, encabezando la modernización del ejército. Ahí ganó fama de duro y ortodoxo.
Según biógrafos, Raúl y Fidel han tenido enconadas disputas, pero en público no delataron nunca la menor fisura. Se dice que antes era el menor de los hermanos quien dirigía la mayor parte de los asuntos diarios del gobierno cubano, mientras Fidel se preocupaba de los "asuntos globales e ideológicos".
Tras medio siglo en segundo plano, el 31 de julio de 2006 Raúl asumió provisionalmente el mando tras un grave problema intestinal de Fidel; sin embargo, este último siguió siendo el timonel y figura del régimen: aunque convaleciente, sin su visto bueno pocos asuntos vitales salían adelante y sus vetos eran aún inapelables. Ahora, Raúl podría dar un paso al frente
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