
Miércoles 20 de febrero de 2008
Tranquilidad en La Habana
JOSÉ TRONCOSO OSTORNOL
Enviado especial
LA HABANA.– La humedad en La Habana es agobiante, pero Carlos se mantiene hidalgamente. Y aunque para muchos fines de mes no tiene cómo alimentar a sus hijos, recibió la noticia de punta en blanco, como todos los días. Como todos los días, prefirió obviarla. "No me gusta hablar de política", asegura.
Como él, la mayoría de los cubanos prefirió pasar por alto la renuncia de Fidel Castro.
Tanto es así, que en uno de los días más trascendentales para Cuba durante los últimos 49 años, la Plaza de la Revolución no le hizo honor a su nombre. No hubo euforia. Más bien lo que sobró fue indiferencia. Donde por décadas se ha congregado la ciudad, este 19 de febrero de 2008, día en que Castro dio un paso al lado, no pasó nada. Por Avenida Boyeros se podía transitar libremente. Grupos de turistas de todas las nacionalidades se tomaban fotografías junto al monumento a José Martí y una gigantografía del "Che" Guevara.
Hombres, mujeres y niños siguieron con sus labores habituales, como lo comprobó "El Mercurio" al recorrer las calles de La Habana.
Varios cubanos, afirmaron, al igual que el escritor norteamericano Ernest Hemingway, que "las gentes de honor creemos en la Revolución Cubana". La mayoría cree que su "Comandante en Jefe" seguirá gobernando.
"Estaba muy enfermo", "se veía venir", "Fidel nos daba todo, pero seguirá a la cabeza asesorando a quien siga en el poder", fueron algunas de las frases que más se repetían.
En las calles de la ciudad no hubo fuerzas policiales adicionales a las normales, aseguraban sus ciudadanos.
La feria del libro de La Habana estaba repleta de gente. En el malecón la gente disfrutaba de la vista. Se desplazaba como cualquier día.
Pero no había más información acerca del futuro del presidente. Pese a esto, nadie cuestionaba la forma de conocerse la renuncia de Castro.
En el edificio de la radio y televisión cubanas nadie quiso hacer algún comentario. "Hay que ir al ministerio", decían. Y en el ministerio, nada...
"Fidel nos dio mucho: mi madre se enfermó y siempre tuvo medicamentos y el cuidado de los doctores", explica Jenny, una habanera conductora de un taxi Lada de los setenta. Ella, como muchos, está convencida que "la revolución" sigue intacta y que eso "nos diferencia de gran parte del mundo".
"La dirección está marcada por el presidente, que puede ser Raúl u otro miembro del partido; pero Fidel va a estar vivo y le van a pedir su opinión o él la va a dar", sostuvo José, un habitante de La Habana , quien como muchos cubanos asegura que el gobernante no podía seguir al mando del país.
"No podía seguir, estaba enfermo desde hace mucho tiempo y se veía venir esta noticia. Pero los medios internacionales tratan de buscar algo... de decir cosas para hacer que este tipo de noticias causen un gran impacto", sostuvo Héctor, un conductor de un Peugeot 307 del año, quien se mostró reacio a las preguntas.
Y más cuando se le pregunta sobre quiénes serían los candidatos a suceder a Fidel. Pero a Carlos eso no le importa. Mientras mantenga su trabajo de guardia y los turistas le den buenas propinas, afirma que seguirá de punta en blanco
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