Sábado 12 de abril de 2008
Quiere marcar su impronta con propuesta para modernizar la gestión estatal:
Las aspiraciones de Pérez Yoma
Con un renovado impulso, el ministro busca imponer su agenda que podría potenciarlo como un "tapado" de la DC.
BLANCA ARTHUR
Cuando Edmundo Pérez Yoma aceptó asumir el cargo de ministro del Interior, las expectativas se centraron en que su capacidad de "empoderarse" permitiría superar los problemas de conducción política que enfrentaba el Gobierno.
En ese contexto, sus aspiraciones eran convertirse en una suerte de "premier" que impusiera su sello durante la última etapa de la administración Bachelet.
Él quería darle una impronta a su gestión.
Por eso, cuando percibió que el posicionamiento conseguido en los primeros días corría el riesgo de desdibujarse, sacó como un as bajo la manga su convocatoria a un gran acuerdo nacional para reformar el Estado.
Con una estudiada puesta en escena en CasaPiedra, donde llegó acompañado no sólo de numerosos asesores, sino también de su familia, el ministro -que cambió el esquema previamente concebido, al no aceptar las preguntas posteriores- lanzó su plan tendiente a generar, como él mismo manifestó, una "revolución" en la gestión estatal.
Las ambiciosas expectativas de Pérez Yoma apuntan a que, tal como sucedió el año 1999, cuando al retornar al Ministerio de Defensa sacó adelante la mesa de diálogo -que exhibe como el principal logro de su vida política- esta propuesta le dé la posibilidad de conseguir un nuevo e importante trofeo.
Las pretensiones confesadas por el titular de Interior son poder culminar su tarea con un acuerdo sustantivo en la materia, pero las más ocultas que revela su entorno apuntan a que ello le permita posicionarse para la eventualidad de que la DC necesite un "tapado".
Cae impulso inicial
Como sea, lo concreto es que, transcurridos tres meses desde que llegó a su cargo, Pérez Yoma entendió que tenía que darle un nuevo impulso a su gestión.
Luego de la arremetida de los primeros días, cuando además de cohesionar al gabinete se hizo cargo con proposiciones concretas de tópicos como el conflicto mapuche o el problema energético -donde incluso respaldó la creación de las centrales hidroeléctricas-, su cometido comenzó a perder fuerza.
Especialmente significativo en esto fue la incapacidad del ministro para impedir que el caso de la ministra Yasna Provoste copara la agenda. El hecho de que la Presidenta Bachelet no acogiera su planteamiento de que era preferible que renunciara antes de arriesgarse a que la acusaran constitucionalmente, fue el primer síntoma de que su "empoderamiento" estaba limitado por el estilo de la Mandataria, a quien no le gusta ceder toda su autoridad.
En esa misma línea, Pérez Yoma, que asumió con el desafío de imponer los criterios políticos sobre los técnicos, fue comprobando progresivamente que el poder de Hacienda en manos de Andrés Velasco era prácticamente incontrarrestable. La prueba más elocuente fue cuando aceptó públicamente que el ministro lo había convencido de que no era conveniente la rebaja del IVA, pese a que él se había confesado partidario frente a los diputados de la DC. Tampoco el titular de Interior logró que su par de Hacienda aprobara su idea de rebajar el impuesto a las personas, que incluso quiso que formara parte de su propuesta de modernización estatal.
Constatando que sus incursiones en el campo económico -donde quería poner en debate el tema tributario- topaban con el irrestricto respaldo de Bachelet a Velasco, el jefe de gabinete entendió que para el éxito de su cometido debía actuar con especial prudencia.
Buscar consenso
En un cuadro donde arriesgaba perder su fuerza, el ministro optó por rescatar el tema de la reforma estatal, que resultaba más atractiva que la sola modernización de la política que había anunciado.
Con una destreza que no se le desconoce, el jefe de gabinete escogió para su propuesta una materia que necesariamente genera respaldo, sobre todo si se presenta como la forma de mejorar la eficiencia y poner freno a los síntomas de corrupción.
Consciente de que la agenda estaba copada por la acusación contra Provoste, Pérez Yoma apuntó a tratar de buscar un acuerdo en materias que impidan, precisamente, irregularidades como las que se detectaron en Educación.
Para lanzar su propuesta -que en la última etapa trabajó con el ex ministro de Economía Alejandro Ferreiro y Jorge Navarrete (hijo)-, el ministro se cuidó no sólo de compartirla con Hacienda e informarla detalladamente al interior del Gobierno, sino de socializarla con los dirigentes empresariales, como asimismo con Sebastián Piñera y Joaquín Lavín.
Con ello, la apuesta del jefe de gabinete era encontrar la suficiente acogida para que, a lo menos, se sentaran las bases de un posible acuerdo posterior, pero que además pudiera ser el inicio de un cambio en el clima político.
¿Presidenciable?
Con el respaldo transversal que encontró la iniciativa, especialmente por la disposición que mostró Lavín, que fue a La Moneda con una proposición concreta, a la que se suma la de Piñera, que hará lo mismo en los próximos días, en el entorno de Pérez Yoma auguran que podrían darse las condiciones para que éste cumpla su aspiración de culminar con un gran acuerdo nacional.
En caso de que efectivamente tenga éxito en su cometido, en el mismo círculo del ministro apuestan a la posibilidad de que su imagen se potencie al punto de que pueda emerger como una posible carta presidencial de la DC.
Pero él se resiste a plantearse siquiera la opción, en el entendido de que está decididamente jugado por la candidatura de Soledad Alvear, a quien incluso le pidió que lo acompañara en el lanzamiento de su ambiciosa propuesta en CasaPiedra.
En su esquema, Pérez Yoma no admite más aspiraciones que darle un sello a su gestión en la jefatura de gabinete, donde espera culminar su vida política.
Otra cosa es que los resultados de su arremetida sean mirados con atención en la DC, donde no ocultan su inquietud por la encrucijada presidencial en que pueden caer si no cuentan con alternativas para enfrentar la potencia de la dupla Lagos-Insulza.
Con una estudiada puesta en escena en CasaPiedra, el ministro -que cambió el esquema y no aceptó preguntas- lanzó su ambicioso plan
sábado, 12 de abril de 2008
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